PERO NOS HAS DEJADO A NICK
De George Segal tengo dos referencias claras. La primera es su personaje en Montaña rusa (1977): esa película de aquel cine de los setenta, tan aficionado a la catástrofe; en “sensurround”, un sistema de sonido muy novedoso por aquel entonces que se utilizó por primera vez en Terremoto (1974) y, después, en La batalla de Midway (1976), películas que, entre otras, sembraron mi primera necesidad de evadirme en una sala de cine.
La otra referencia, a modo de epifanía, fue el pase de ¿Quién
teme a Virginia Woolf? en televisión española. Debía correr el primer
lustro de los ochenta. Desde entonces no he abandonado esa obra de Albee. O
mejor, ella no me ha abandonado a mí. La he visto, al menos, en cuatro montajes
teatrales distintos, dentro y fuera del terruño. En varios vídeos en YouTube. La
he traducido, la he dirigido y he interpretado a George durante un año. Y
habré visto la película de Nichols unas cuantas veces también. Y me ha llevado
a leer casi la obra completa de Edward Albee.
Y hoy he leído que ha muerto Segal, y la primera imagen que
me viene a la cabeza es en blanco y negro, dentro de aquella casa del middle
west americano (como pide Albee en su texto), soportando las invectivas de
un fracasado y humillado profesor de historia, tentado por una mujer que le
ofrece un cuerpo que se apaga pero un brillante futuro dentro de un
claustro de profesores corrupto, y unido a una esposa a la que no quiere pero cuyo
dinero le ha servido para asumir una posición social a la que acaba de llegar.
Y Segal, también recién llegado a los platós cinematográficos, aguantó las
embestidas de los tres animales con los que se tuvo que enfrentar en ese
rodaje: Elizabeth Taylor, Sandy Dennis y Richard Burton. Y las aguantó bien. Más
que bien, según vuelvo a ver la película. Tan bien que su trabajo está hoy a la
altura de sus compañeros y, en su momento, así se lo reconoció la Academy
con la correspondiente nominación al oscar (premio que fue a parar a las
manos de Walter Matthau por En bandeja de plata). Tan bien que,
husmeando en la información que hoy da internet, podemos leer que ha muerto el
protagonista de ¿Quién teme a Virginia Woolf?
Luego George Segal hizo más cosas, entre otras la ya mencionada
Montaña rusa, en sensurround, y yo fui perdiendo su carrera de vista.
Para mí se había quedado en ese ambicioso y falto de escrúpulos Nick que
escuchaba, entre sorprendido y embelesado, aquella anécdota de cuando George
iba al instituto, cuando las guerras púnicas…
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